Sin pensarlo, se aferró al último aliento que le quedaba, guardando la esperanza de que alguien le diera un poco de su aire, pero empezando a quedarse resignada, entonces lo vio aparecer, igual en muchos aspectos, pero tan diferente el uno del otro que al besarlo supo lo que nadie podría haver adivinado: de nuevo estaba viva.

Desapareció con su última sonrisa

la felicidad, la tristeza y la ira se fueron con él,

el brillo en sus ojos y la voz, se alejó dejando tras de sí el único rastro de su existencia, el sonido del silencio de un beso en la memoria.

Mientras ella lloraba en el rincón de el salón, él se acercó, secó sus lágrimas y le dijo al oído

"Siempre estaré aquí para ti" 

Y ella le creyó, sabía que era cierto, que él se quedaría por siempre, dejó que se sentara a su lado y recargó su cabeza en su hombro, cerró los ojos, y en ese parpadeo él se fue, nunca había existido...