sábado, 23 de abril de 2011

Diario de un asesino

Desperté por la mañana sudando frío, la necesidad de sangre me consumía...
Salí y como de costumbre entré a la cafetería de siempre me senté en una de las pocas mesas libres que quedaban y se acercó el muchacho que me preguntaba qué quería tomar, aunque ya lo sabía, un café y nada más...
Me incliné un poco sobre la mesa mientras buscaba en el priódico alguna nota sobre mi último asesinato... nada en el periódico normal, no me creían merecedora de la mención, sólo en un periódico de los que la gente compra por morbo estaría la nota... No, yo merezco la primera plana de un periódico renombrado, necesito algo mejor... En ese momento entró a la cafetería una muchacha seguida de su novio, y se sentaron en la mesa a un lado de donde yo estaba sentada, me llenó de ira verlos sonriendo, algo que yo no hacía desde hace mucho...
Tomé la taza de café, y al hacerlo me fijé en las marcas que tenía en la muñeca, la mayoría cicatrices, otras cicatrizando apenas, y recordé la razón de todas y cada una de ellas... Regalé una partde mi alma a quien no la merecía, y ahora no podía sonreir si no era viendo a alguien morir...
Terminé el café y salí caminando sin rumbo fijo, aunque inconscientemente sabía lo que esperaba, seguí caminando pero nunca sin apartarme demasiado de la cafetería, quería saber a dónde iría aquella pareja a la que ya odiaba sin conocerlos siquiera... Salieron después de un par de horas y los seguí sin que se dieran cuenta casi todo el día, al anochecer salieron de un pequeño restaurante en un sitio un poco apartado, debían cruzar una calle poco transitada así que saqué la navaja que siempre usaba y caminé cerca de ellos, en el momento que menos esperaban los sorprendía y amenacé a la chica con la navaja en el cuello mientras la usaba de escudo contra su novio, él  no tuvo más remedio que hacer lo que le decía, se arrodilló frente a las dos e hice que la muchacha le atara las manos a la espalda, luego la golpeé y calló, me arodillé a un lado mientras me pedía que no le hiciera nada a ninguno de los dos, su novio no hacía otra cosa mas que decirme que me mataría.
- No podrás hacerlo - Respondí
La asesiné frente a él, empezó a gritar, y lo silencié con una patada en el estómago...
- ¿Qué te hicimos? - Preguntó con la voz que le quedaba...
- Sonrieron frente a mí...