viernes, 15 de junio de 2012

Dueles...

¿Como puedes odiar tanto lo que amas?
¿Cómo es que puede hacerte tanto daño quien te saca sonrisas en medio del llanto?
Malditas sean las horas en que mi estúpida paranoia me hace pensar que cada vez que estamos lejos existen miles de cosas que yo no sé y que jamás me dirás.
Podría ser cierto.
No sé qué es lo que pasa a tu alrededor en cuanto doblo la esquina y desapareces de mi vista, pero es tanto lo que te quiero que me controlo y confío en ti... simplemente lo hago; confío y punto.
Maldita seas ¡Cállate ya! no quiero seguir escuchándote, pero no puedo evitarlo, tu voz resuena en mi cabeza de la misma manera que resuenan las balas disparadas por un arma descargadas contra un cuerpo; no puedo ignorarlo, pero me harta tu pesimismo y tus ganas de asesinar a cuanto humano se planta enfrente... a pesar de querer asesinarlo también.
Tus palabras me lastiman, y ni siquiera me las dices a mi...

Quiero gritar y no puedo, sacar la desesperación que me consume por no poder verte y saber lo que sé; quiero gritar pero no puedo porque no dejaría de gritar jamás.
Mis brazos se cubren ya de las marcas que mis uñas han dejado sobre ellos, hechas sólo por querer aliviar la tensión que me presiona, ya que te prometí no volver a pasar una navaja sobre mi piel... al igual que prometí quererte para siempre, sabes que lo cumpliré, pero la pregunta es ¿Lo cumplirás tú también?

Yo sigo confiando, confiando y sufriendo, pero no importa, confío más de lo que sufro... pero a veces siento que ya no aguanto.

Tal vez sería mejor sacarme los ojos...